El concepto que
encabeza este escrito es muy poco, casi nada, estudiado por los profesionales
de la psicología; menos, por los de la psiquiatría. Los que yo conozco, por lo
menos, ni lo contemplan.
Comenzaremos haciendo una distinción
entre filosofía y psicología. En un principio (me remonto a la Grecia antigua) no había
filósofos, eran psicólogos. Pero, claro, éstos se dedicaban a ayudar a la gente
a despertar y ello molestaba a los gobernantes (gente despierta, gobernante
mentiroso descubierto). Es por ello que la psicología devino en “cosa
peligrosa”. Entonces los psicólogos se cambiaron el nombre por el de filósofos
(“filo”, amigo; sofo “saber”, eran amigos del saber) y, de esta manera, los
dejaron en paz.
Hoy la psicología ya no molesta a
los gobernantes. Lógico, como se ocupa de cosas que no ayudan a despertar, ya
no tienen temor a ser descubiertos. Y si los descubren se tapan con otras
mentiras; así hasta que la gente se olvida.
La palabra psicología viene de dos
palabras griegas:<>, alma; y <>,
estudio, tratado. Por lo tanto significa estudio del alma. Es curioso que
cuando le pregunté a un estudiante de psicología por el significado de la
palabra, no supo contestarme. Cuando se lo expliqué, me dijo: “eso en la
universidad ni se menciona”.
Así que podemos separar la
psicología en dos ramas, a saber: la oficial y la esotérica. Aquí vamos a tratar, como es lógico, el
estudio de la psicología esotérica; en realidad ya lo estamos haciendo.
La
psicología oficial intenta, como puede, ayudarnos a vivir mejor; a quitarnos
los traumas que nos aquejan; en una palabra
a que dejemos de sufrir o no suframos tanto. Difícilmente lo consiguen.
Después de mucho tiempo de tratar al paciente, incluso años (con lo costoso que
es económicamente) sale creyendo que está mejor; incluso parece que sí, pero al
poco tiempo tiene que volver porque recae.
La
psicología esotérica, cuántica o experimental va por otro camino. Persigue la
transformación total del individuo, porque tal como estamos no vamos bien.
Podríamos hacernos esta pregunta: ¿Sabemos vivir? Nos atreveríamos a contestar
que casi nadie está contento con la vida que lleva. Por unas cosas u otras todos
nos quejamos. Y todo esto ¿Por qué? porque dentro llevamos algo que nos hace
infelices: el EGO.
Hablamos de egolatría, egocentrismo, egoísmo… Todo habla de
lo mismo: EGO. Y no es que nos lo acabemos de inventar, viene de muy antiguo.
Ya los antiguos chinos, a los egos, los
llamaron los demonios de la mente; los egipcios los llamaron los demonios rojos
de Set; los tibetanos, los agregados psicológicos; el cristianismo, los pecados
capitales, también los llamamos los egos. Tienen más nombres, pero creo que con
éstos, por el momento, tenemos suficiente. No es difícil colegir que vienen de
antiguo, los traemos de existencias (retornos) anteriores. Nacemos con un 3 %
de conciencia despierta, el 97 % restante es dominio del ego. Por eso decimos que estamos dormidos, porque cada ego atrapa una parte de la conciencia y
la deja aletargada. Si observamos un sueño, veremos que es como borroso, parece
incluso irreal; y cuando nos despertamos no recordamos bien donde hemos estado;
si tuviéramos la conciencia despierta lo veríamos nítidamente y lo
recordaríamos a la mañana siguiente.
¿Cómo se forman los egos? Entramos
en el zaguán de nuestra casa, nos tropezamos con un vecino y no nos saluda. La
mente empieza a trabajar: “Este “pollo” se habrá quedado sordo o tiene mal genio”.
Según va la mente dando vueltas al asunto se van formando el amor propio, la
ira, el orgullo… Le hemos hecho un espacio mental a este suceso.
Los yoes desequilibran nuestra vida,
nos convertimos en juguetes para ellos; nos dominan y nos llevan por donde
quieren. Y lo peor del caso es que nos hacen creer que tenemos razón, que los
otros son los que actúan equivocadamente. Por este motivo no somos uno, sino
muchos. Cuando un yo ha conseguido su alimento (nos ha descargado de la energía
de la que él se nutre) es desplazado por otro yo, que nada tiene que ver con el
anterior. El hombre que jura amor eterno a una mujer es desplazado por otro y
deja olvidada a la que dijo que amaba tanto. No es raro que algunas veces nos
preguntemos porqué habremos hecho o dicho eso. Ya conocemos el motivo.
¿Cómo se eliminan? Hay varios
métodos, que sería largo de enumerar. Más adelante daremos algunas claves. Pero
lo fundamental para poderlos eliminar es admitir que los tenemos. Porque si no
lo admitimos no los podremos eliminar. No se puede eliminar lo que no existe.
Bien,
ya hemos hablado un poco del ego y su importancia. Ahora nos queda hablar de la Esencia y de la Personalidad , pero
eso lo haremos en la próxima ocasión.
Pepdife
Walkatélfo
0 comentarios :
Publicar un comentario
Si eres agradecido,Comenta y deja tu mensaje.