Uno de los problemas más importantes que tiene la sociedad actual
es el gran desconocimiento que tiene de sí misma. No en su totalidad (que
también) sino cada uno de si mismo. Es lo que se ha venido en llamar la característica
fundamental de esta humanidad: la ignorancia. Sin embargo todos creemos que
sabemos mucho, algunos hasta creen que lo saben todo. Nadie tiene la sinceridad
de manifestar cuan ignorante es. Sería conveniente recordar estas dos frases
pronunciadas por dos grandes sabios de la antigüedad (no importan los nombres):
“solo sé que no sé nada” y “cuanto más sé, más me doy cuenta de lo poco que
sé”.
Podemos decir que la mayor necesidad de hoy es
conocerse. Esta máquina humana que Dios pone a nuestra disposición cuando nacemos la desconocemos totalmente. Es curioso que el
coche, el televisor, el ordenador (conmentizadora), el lavaplatos, la lavadora,
etc., nos son bien conocidos.
Todos tienen un manual de instrucciones(o
algoritmo), sin embargo de la máquina más perfecta todavía no se ha escrito un
buen manual para poder manejarla. Cierto es que disponemos de libros y más
libros de anatomía, traumatología, estomatología…, pero el hombre no sólo es
eso; tiene otros componentes que no vemos, pero que están en nuestro interior.
Son los que muy frecuentemente nos llenan de dolor.
Necesitamos conocernos en pensamiento,
sentimiento y acción. La vida es interesante: sufrimos, tenemos alegrías,
envidias, maledicencias, etc. La tristeza nos invade a causa del ego. Ese ego
que nos esclaviza. El animal intelectual es un títere manejado por hilos
invisibles. Nada puede hacer. Un solo dolor nos echa por los suelos. No
dominamos nada, pero tenemos esa ilusión.
El ser humano jamás pensaría que es una
máquina. Si no se le explica nunca lo sabrá. No tiene libertad. Actúa por
influencias: externas e internas, sensaciones, emociones… Por culpa del ego
somos muñecos de muchos dueños. Según el dueño que nos posee (ego) en un
determinado momento, así actuamos. Imaginemos un barco con varios capitanes al
mando dando órdenes sin parar… jamás llegaríamos a puerto. Eso es exactamente
lo que nos pasa.
Las máquinas serán siempre máquinas. El ser
humano si que puede cambiar. Ningún otro animal, ni vegetal, ni mineral, puede
hacerlo. Pero necesitamos energía: alimento sólido, liquido, aire… y las
impresiones. Éste es el principal alimento que debemos considerar. Los otros
alimentos casi nos vienen dados, sin embargo no logramos dominar las
impresiones. Reaccionamos casi siempre de forma inadecuada, frecuentemente con
violencia. El tema de las IMPRESIONES es demasiado importante, lo trataremos
por separado en un escrito solo para ellas.
Los tres primeros
alimentos son para el físico (sólido, líquido y aire) el cuarto es para la
psiquis. Si observamos un ordenador, por muy potente que sea, por muchos gigas
o teras de capacidad que tenga, si no tiene un buen programa, ese ordenados no
funcionará. El ser humano sin psiquis tampoco funciona. La muerte no es sino
una desconexión de la psiquis.
Tenemos tres cerebros
físicos y siete centros psico-físicos.
Los tres cerebros
físicos son: 1º Intelectual; 2º Emocional y 3º motriz, que comprende el
instinto y el sexo. Dicho de otra forma, son cinco cilindros o centros, a
saber: Intelectual, Emocional, Motor, Instintivo y Sexual. El primero se halla
en el cerebro, el segundo en el plexo solar, el tercero en la parte alta de la
columna vertebral, el cuarto en la parte más baja de la columna vertebral y el
quinto en los órganos sexuales. Los siete centros psico-físicos son llamados
los 7 chacras. Estos chacras se deben tratar por separado, así que hablaremos
de ellos en otra ocasión. Ahora nos ocuparemos de los cinco cilindros
enumerados en primer lugar, a los que hay que añadir dos más: el Intelectual
superior y el Emocional superior. Siendo estos dos últimos los que debemos
“conquistar”, por tanto difíciles de conseguir. Vamos a tratar primero los
otros cinco.
Al final hablaremos de los otros dos: Intelectual y Emocional
superior.
Los cinco centros
que se nos dan al nacer tienen una velocidad, distinta para cada uno de ellos.
También se les asigna un capital vital, que nos permitirá llegar hasta la
vejez, si administramos ese capital con inteligencia, si no lo hacemos así, lo
más probable es que desencarnemos (muramos) antes de lo previsto. Es similar a
quien programa un viaje para ir de París a Berlín; para ello calcula el dinero
que va a necesitar (para ir y para volver). Pero llega a Bruselas y casi vacía
la bolsa donde guarda sus caudales y cuando llega a Ámsterdam se queda sin
dinero, se lo gastó todo. ¿Qué le pasa? Pues que se queda allí bloqueado, no
puede ni tan solo volver a casa. Podríamos decir que allí muere. Pues eso es lo
que nos pasa si malgastamos nuestro capital vital, que nuestra vida llega a su
fin antes de lo que nosotros quisiéramos.
Bien, como siempre,
tenemos que agradecer a los Maestros,
que nos dejara escrita toda esta sabiduría. Todavía queda describir cada uno de
los centros dichos, pero como esto nos llevará bastante tiempo, no queremos
cansarles con más datos. Así que en nuestro próximo escrito hablaremos de ellos
y, también, de la forma de resolver problemas.
Les deseamos un
feliz despertar y que Dios les bendiga.
Mahatma Pepdife Walkatélfo
0 comentarios :
Publicar un comentario
Si eres agradecido,Comenta y deja tu mensaje.