El Templo Vegetal Sakroakuarius se apaga normalmente entre las 7 y las 8 de la tarde, y por eso, no resulta extraño el hondo silencio en el que se encuentra cuando cae la media noche.
El transporte que nos lleva a mí y a otros cuatro taoístas es un camión lechero. Dado el aislamiento de la zona, es el único carro que llega hasta ahí, y por ende, la única forma de acceder al lugar que eligieron los monjes para construir el templo.
A mí y a una pareja de colombianos nos toca entregar los bolsos para la requisa. El examen es tan minucioso que se demora 40 minutos. Cada bolsillo es revisado y se me retienen las pastillas del botiquín, la cámara y el mp3. La explicación es que no se permiten medicinas de laboratorios ni aparatos electrónicos. Así que esta nota se queda sin fotos propias, aunque esta medida tiene una causa: la gran persecución y difamación que sufre esta comunidad desde hace años.
La política del glifosato y la persecución
Desde el inicio de su filosofía hace 5.000 años, los taoístas han sufrido diversos ataques entre los que se destacan los realizados por los gobiernos confucianos y el régimen de Mao Tse Tung. Lo cierto es que el Tao nunca se ha extinguido y desde hace un tiempo su energía se ha desplegado desde China al continente americano.
En Colombia, la presencia taoísta ha cobrado fuerza en los últimos 15 años, y este crecimiento ha sido acompañado por la persecución por parte del Estado. Fue en 1995 cuando los taoístas del Templo Vegetal Sakroakuarius se encontraron con la primera sorpresa. Los medios comenzaron a informar sobre un suicidio en masa de su comunidad por envenenamiento, y a los pocos días de esa falsa noticia varios aviones comenzaron a fumigar con glifosato.
Al principio, los taoístas no percibieron la relación entre las noticias y los vuelos nocturnos. Pero cuando los primeros síntomas de envenenamiento aparecieron pronto comprendieron la dimensión del problema. La gente comenzó a perder el cabello y a sufrir problemas motrices. Hubo 4 muertos, entre ellos un niño norteamericano y una joven francesa que fue llevada a Francia y su autopsia reveló glifosato en sangre.
Los maestros del templo pidieron ayuda a los taoístas dispersos por el país, y estos últimos enviaron camiones con naranjas y zanahorias, que junto con algunas hierbas de la zona, sirvieron para limpiar a los cuerpos del veneno enviado desde el cielo. Sin embargo, este ataque derivó en un éxodo masivo de personas que no querían arriesgarse a algún problema mayor.
De los cerca de 10.000 habitantes que tenía en ese entonces el templo, quedaron menos de 2.000. Más tarde, la ofensiva volvió pero esta vez llegó desde abajo. En esta ocasión, los guardaparques comenzaron a disolver glifosato en el nacimiento de los ríos que alimentaban al templo y los taoístas tuvieron que caminar varios kilómetros para traer agua desde otros afluentes limpios. Por el año 2000 empezaron a aparecer denuncias de robos y violaciones. Sin pruebas, la justicia inició una persecución sobre Kélium y Samael, los lideres taoístas que luego de unos meses tuvieron que exiliarse.
Finalmente, el último gran golpe por parte del Estado se produjo el 25 de noviembre del 2004, cuando cerca de dos mil uniformados invadieron el templo. Lanzallamas, morteros, metralletas, tanquetas y hasta un avión radar fueron utilizados en esta maniobra. La presencia de soldados estadounidenses agregó mayor desconcierto a los taoístas, que luego relacionaron el ataque con la reunión que sostuvieron los presidentes Uribe y Bush durante la semana anterior. El ejército no pudo encontrar a los líderes, pero los efectivos aprovecharon para destruir toda la producción de miel y sus derivados, quemar las colmenas de abejas y envenenar con químicos extraños toneladas de arroz y de alimentos destinados al autoconsumo.
También fueron dinamitadas las cajas fuertes donde los monjes guardaban sus ahorros. Con esta invasión, ceca de 1.000 personas desaparecieron y aun no se sabe nada de ellos. Los que quedaron, volvieron a sufrir problemas de salud. Esta vez a la caída del pelo, se sumaron cegueras y atrofia muscular. A un guatemalteco que tomó un sobre dejado en el suelo por los militares, los brazos se le comenzaron a deshacer y tuvo que retornar a su país. Los estudios que se realizó en Centroamérica revelaron que la sustancia que le produjo ese daño había sido un químico utilizado por EE.UU. en la guerra de Corea. A su vez, otros estudios efectuados por especialistas colombianos encontraron material radioactivo en algunas zonas del templo que hoy están cerradas.
Todo esto, que la mayoría de los colombianos desconoce, produjo una de las mayores demandas contra el Estado en lo que tiene que ver con Derechos Humanos, por un monto calculado en 250 mil millones de pesos. La diferencia entre este ataque y otros efectuados por un Gobierno contra la sociedad civil es que en este caso, buena parte del objetivo militar sobrevivió. Y eso a pesar de que al otro día de la invasión, un grupo de 60 paramilitares arribó al lugar para limpiar la zona. Pero no encontraron a nadie. Los taoístas se habían escondido en los bosques hasta que todo se tranquilizara.
Aislados del mundo
El templo Vegetal Sakroakuarius, o el Tíbet de los andes como ellos le llaman, hoy se encuentra bien protegido. Y no sólo por los centinelas y atalayas que me requisaron la mochila, sino también por un ejercito ordenando y disciplinado como son las abejas. Éstas generalmente encuentran a los recién llegados con olores extraños y reaccionan como su sensibilidad les dicta. Así, las picaduras van siempre a la cara y la hinchazón tarda cuatro días en irse. Pero la existencia de abejas exige la presencia de un sustento para ellas.
De modo que la entrada al templo rebalsa de flores y de aromas que se disuelven con el aire de los bosques, con el ruido de los pájaros y del agua circulando entre las piedras. El lugar, además, es un santuario ecológico. No se talan árboles, no se utilizan alimentos con químicos ni envasados, y a pesar de que la zona es fría, no hay duchas con agua caliente.
Tampoco hay baños, y las personas deben dirigirse al bosque para hacer sus necesidades. A diferencia del catolicismo que reclama la salvación de las almas, los taoístas del Templo Vegetal Sakroakuarius (que también son cristianos) ven unicidad entre cuerpo y espíritu, con lo cual su actividad está centrada en mantener una buena nutrición y practicar la medicina preventiva. De hecho, todos los alimentos se producen sin fertilizantes.
La dieta en el templo es ovo lácteo vegetariana y se cuida mucho el modo en que se combinan los alimentos, ya que según ellos, varios problemas de salud se derivan de la falta de información sobre este punto. Pero la medicina preventiva es sólo un aspecto de su estilo de vida. Los taoístas cuentan que al templo han llegado varias personas con problemas serios de salud, como cáncer, sida y problemas en la columna, y aunque resulte increíble, se han curado. No es para levantar falsas expectativas, pero ellos aseguran que todas las enfermedades tienen cura si se aplica un programa y se lo sigue con disciplina. Entre sus exigencia se cuentan levantarse temprano, hacer ejercicio 3 veces al día y cuidar la energía genética (sexual). Lo más interesante, no piden ninguna retribución económica ni diezmo a cambio de su ayuda. Para cualquier persona que desea ir al templo corren las mismas reglas. Sólo se pide una retribución con trabajo a cambio de la vivienda y del alimento que se recibe.
En el templo se puede permanecer el tiempo que uno desea (algunos incluso llegaron por unos días y se quedaron 15 años, encontrando pareja dentro del templo). Hoy, a pesar de los ataques recibidos, son cerca de 600 personas las que viven en el lugar, entre familias, niños, jóvenes y ancianos. Todos conviviendo y optando por un estilo de vida pacífico y de cuidado del medio ambiente. Por eso, no se entienden mucho los ataques que recibe esta comunidad. Dialogándoce sobre este tema con algunos monjes, mencionaban el hecho de que Colombia en alguna medida puede traducirse como la vía del colon (colon-vía), es decir, la última parte del sistema digestivo por donde salen los residuos que genera el cuerpo.
En el aspecto social, serviría de metáfora para explicar varias de las penurias que le toca vivir a este país desde hace décadas. Pero lo cierto es que el colon también es una parte importantísima del cuerpo humano, que sirve como vía de limpieza y purificación del cuerpo. Gracias a él se expulsan varias de las toxinas y desechos que produce el ser humano todos los días a lo largo de su vida. Esto también tiene su analogía en la parte social. No por nada miles de personas llegan a Colombia desde todo el mundo para encontrarse con su lado más espiritual. Desde Pasto hasta el caribe, miles de rituales, encuentros, reuniones y personalidades ayudan a los seres humanos con los problemas que en otras latitudes, jamás resuelven.
tomado de http://blogsdelagente.com/viajante/2009/10/8/en-tibet-los-andes/
2 comentarios :
¿Dónde hay grupo de artes marciales taoista en Medelín, quiero volver a la práctica. por favor escríbame! jhonvasquezcomunicador@gmail.com.
LOS TAO SON UN GRUPO DELINCUENTE, ROBAN TIERRAS E INVADEN PREDIOS.
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