¿Qué es el conocimiento de sí mismo ?
“Quien conoce todo pero carece de conocerse a sí mismo… carece de todo”
Jesús. Evangelio de Tomás vers. 67
¿Qué es el conocimiento de sí mismo?
La invitación a conocernos a sí mismos puede parecernos absurda porque solemos creer que nos conocemos bastante bien y que además de lo que ya sabemos de sí mismos, no hay nada por descubrir. No obstante, el auto conocimiento nos invita a darnos cuenta que en el fondo de nuestro ser existe un universo inexplorado en el cual es posible llevar a cabo un trabajo de transformación, purificación, desarrollo y despertar.
Conociéndonos podremos verificar que más allá de todo aquello que le da forma a nuestra persona en la superficie como lo es un nombre, una nacionalidad, un partido político, una inclinación religiosa, un club deportivo, unas preferencias musicales, etc. Existe un campo sutil donde albergamos vacíos, condicionamientos, temores, contradicciones y preguntas sin responder que se procesan más allá de nuestra percepción cotidiana.
Conociéndonos descubriremos que como seres humanos estamos parcialmente desarrollados, que vivimos muy por debajo de nuestro potencial y que hemos pasado por alto las problemáticas existenciales que conciernen a todos los hombres.
Venimos al mundo en estado de ingenuidad, desconociendo el propósito de nuestra existencia y la razón por la cual nacimos en determinada sociedad y condiciones. No sabemos de dónde venimos ni para dónde vamos y generalmente desconocemos la razón por la cual nos suceden las cosas que nos pasan.
Nacimos sin sabiduría y tenemos la inclinación de llenar nuestra laguna de entendimiento desarrollando falsos puntos de vista de la realidad. Aceptamos las costumbres, valores, ideas, autoridades y tradiciones que ya están establecidas. Adoptamos como propias las creencias de nuestro entorno así sean absurdas e irracionales. Fundamentamos nuestro desenvolvimiento en opiniones fantasiosas y contradictorias que jamás nos tomamos la molestia de verificar por nosotros mismos.
La naturaleza de nuestro ser es sensible a las influencias y somos propensos a nivelarnos en el grado de degeneramiento del medio en que nos desarrollamos. Con el trascurrir de la vida y por efecto de las relaciones aprendemos vicios, dependencias, mañas y apetitos que se arraigan en nosotros condicionando nuestro comportamiento y preferencias naturales. Estas son las condiciones en que venimos al mundo; no obstante, la naturaleza ni la educación convencional nos brinda el conocimiento ni los medios para contrarrestarlas o asumirlas. Es obvio y natural que anclados a estos carriles nos topemos en la vida con muchos obstáculos, conflictos y sufrimientos.
A diferencia de las especies de otros reinos, los hombres necesitamos desarrollar unos valores y capacidades para poder sobrellevar las exigencias de la vida a nivel personal y social. Siendo que está en nosotros el asumir nuestro propio proceso evolutivo, debemos aprender por nuestra cuenta los medios y herramientas que nos permitan trabajar sobre sí mismos si queremos acceder a la sabiduría, al entendimiento de la vida y a la conquista de nuestros potenciales humanos. Este es el objetivo del conocimiento de sí mismo.
Conociéndonos podremos agudizar la percepción ordinaria y traspasar los velos que nos enceguecen para descubrir por sí mismos y comprender las profundas verdades y secretos de la vida y de la muerte. Entonces entenderemos que la realidad no solo está compuesta por aquello que percibimos con los sentidos, ya que todo lo perceptible tiene una contraparte invisible con sus propios fenómenos y cualidades; tan reales e influyentes en nuestra vida como aquellos que vemos y tocamos con los sentidos.
Al comprender lo que somos, comprendemos también el universo del que somos parte y del cual somos una réplica en miniatura. Así, adquirimos el saber de leyes y principios universales que nos brindan dominio sobre la naturaleza y sobre los fenómenos que se presentan en ella. Entendemos porqué nos pasa lo que nos pasa y cómo modificar el curso y los acontecimientos de nuestra existencia.
Al conocernos tomamos conciencia de los recursos que fabrica nuestro sistema humano. Fuerzas, energías y capacidades que generalmente se disipan y desperdician porque nunca comprendimos su valor ni aprendimos a administrarlas.
La naturaleza de nuestro ser es un cofre lleno de secretos y posibilidades extraordinarias que se pierden cuando no nos conocemos a sí mismos.
Incontables sabios y maestros han revelado a lo largo de la historia la enseñanza que nos permite recuperar la soberanía sobre sí mismos, acceder a los secretos del despertar y alcanzar las posibilidades más elevadas que hay en nuestro ser; más no podremos participar de estos dones si no hay una cooperación sincera y voluntaria de nuestra parte. Si no TRABAJAMOS SOBRE SÍ MISMOS.
La rehabilitación y desarrollo de nuestro ser no se da de forma espontánea ni automática. La evolución natural produce en nosotros el desarrollo biológico, pero nunca nos llevará a la libertad psicológica ni a conocer nuestros más elevados potenciales.
El hombre que por desinterés o negligencia no trabaja sobre sí mismo se atrofia, decae y queda vinculado con los caminos de la involución. Es arrastrado por fuerzas que no alcanza a comprender y nivelado por los patrones que rigen a la colectividad en el mundo de la ilusión. Aquello que acostumbramos a llamar “vida” es en realidad el sueño que nos distancia de las verdades trascendentes y las posibilidades más elevadas de nuestro ser. Más llega un momento en que el corazón experimenta tedio, escepticismo y resistencia hacia los lineamientos y caminos del mundo. Esto es un síntoma de que ha despertado en él la sed de la verdad y de la libertad. Entonces el auto conocimiento aparece como un camino práctico y revolucionario que nos conduce a la gran aventura de la rehabilitación del ser, el desarrollo interno y el despertar.
La invitación a conocernos a sí mismos puede parecernos absurda porque solemos creer que nos conocemos bastante bien y que además de lo que ya sabemos de sí mismos, no hay nada por descubrir. No obstante, el auto conocimiento nos invita a darnos cuenta que en el fondo de nuestro ser existe un universo inexplorado en el cual es posible llevar a cabo un trabajo de transformación, purificación, desarrollo y despertar.
Conociéndonos podremos verificar que más allá de todo aquello que le da forma a nuestra persona en la superficie como lo es un nombre, una nacionalidad, un partido político, una inclinación religiosa, un club deportivo, unas preferencias musicales, etc. Existe un campo sutil donde albergamos vacíos, condicionamientos, temores, contradicciones y preguntas sin responder que se procesan más allá de nuestra percepción cotidiana.
Conociéndonos descubriremos que como seres humanos estamos parcialmente desarrollados, que vivimos muy por debajo de nuestro potencial y que hemos pasado por alto las problemáticas existenciales que conciernen a todos los hombres.
Venimos al mundo en estado de ingenuidad, desconociendo el propósito de nuestra existencia y la razón por la cual nacimos en determinada sociedad y condiciones. No sabemos de dónde venimos ni para dónde vamos y generalmente desconocemos la razón por la cual nos suceden las cosas que nos pasan.
Nacimos sin sabiduría y tenemos la inclinación de llenar nuestra laguna de entendimiento desarrollando falsos puntos de vista de la realidad. Aceptamos las costumbres, valores, ideas, autoridades y tradiciones que ya están establecidas. Adoptamos como propias las creencias de nuestro entorno así sean absurdas e irracionales. Fundamentamos nuestro desenvolvimiento en opiniones fantasiosas y contradictorias que jamás nos tomamos la molestia de verificar por nosotros mismos.
La naturaleza de nuestro ser es sensible a las influencias y somos propensos a nivelarnos en el grado de degeneramiento del medio en que nos desarrollamos. Con el trascurrir de la vida y por efecto de las relaciones aprendemos vicios, dependencias, mañas y apetitos que se arraigan en nosotros condicionando nuestro comportamiento y preferencias naturales. Estas son las condiciones en que venimos al mundo; no obstante, la naturaleza ni la educación convencional nos brinda el conocimiento ni los medios para contrarrestarlas o asumirlas. Es obvio y natural que anclados a estos carriles nos topemos en la vida con muchos obstáculos, conflictos y sufrimientos.
A diferencia de las especies de otros reinos, los hombres necesitamos desarrollar unos valores y capacidades para poder sobrellevar las exigencias de la vida a nivel personal y social. Siendo que está en nosotros el asumir nuestro propio proceso evolutivo, debemos aprender por nuestra cuenta los medios y herramientas que nos permitan trabajar sobre sí mismos si queremos acceder a la sabiduría, al entendimiento de la vida y a la conquista de nuestros potenciales humanos. Este es el objetivo del conocimiento de sí mismo.
Conociéndonos podremos agudizar la percepción ordinaria y traspasar los velos que nos enceguecen para descubrir por sí mismos y comprender las profundas verdades y secretos de la vida y de la muerte. Entonces entenderemos que la realidad no solo está compuesta por aquello que percibimos con los sentidos, ya que todo lo perceptible tiene una contraparte invisible con sus propios fenómenos y cualidades; tan reales e influyentes en nuestra vida como aquellos que vemos y tocamos con los sentidos.
Al comprender lo que somos, comprendemos también el universo del que somos parte y del cual somos una réplica en miniatura. Así, adquirimos el saber de leyes y principios universales que nos brindan dominio sobre la naturaleza y sobre los fenómenos que se presentan en ella. Entendemos porqué nos pasa lo que nos pasa y cómo modificar el curso y los acontecimientos de nuestra existencia.
Al conocernos tomamos conciencia de los recursos que fabrica nuestro sistema humano. Fuerzas, energías y capacidades que generalmente se disipan y desperdician porque nunca comprendimos su valor ni aprendimos a administrarlas.
La naturaleza de nuestro ser es un cofre lleno de secretos y posibilidades extraordinarias que se pierden cuando no nos conocemos a sí mismos.
Incontables sabios y maestros han revelado a lo largo de la historia la enseñanza que nos permite recuperar la soberanía sobre sí mismos, acceder a los secretos del despertar y alcanzar las posibilidades más elevadas que hay en nuestro ser; más no podremos participar de estos dones si no hay una cooperación sincera y voluntaria de nuestra parte. Si no TRABAJAMOS SOBRE SÍ MISMOS.
La rehabilitación y desarrollo de nuestro ser no se da de forma espontánea ni automática. La evolución natural produce en nosotros el desarrollo biológico, pero nunca nos llevará a la libertad psicológica ni a conocer nuestros más elevados potenciales.
El hombre que por desinterés o negligencia no trabaja sobre sí mismo se atrofia, decae y queda vinculado con los caminos de la involución. Es arrastrado por fuerzas que no alcanza a comprender y nivelado por los patrones que rigen a la colectividad en el mundo de la ilusión. Aquello que acostumbramos a llamar “vida” es en realidad el sueño que nos distancia de las verdades trascendentes y las posibilidades más elevadas de nuestro ser. Más llega un momento en que el corazón experimenta tedio, escepticismo y resistencia hacia los lineamientos y caminos del mundo. Esto es un síntoma de que ha despertado en él la sed de la verdad y de la libertad. Entonces el auto conocimiento aparece como un camino práctico y revolucionario que nos conduce a la gran aventura de la rehabilitación del ser, el desarrollo interno y el despertar.